

Las calles españolas se han vuelto a teñir de morado el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, después del parón por la pandemia, y de nuevo se han escuchado las reivindicaciones de miles y miles de personas para que la igualdad sea una realidad, todo ello pese a la división este año del movimiento feminista.
Semanas antes del 8M, organizaciones feministas anunciaron la convocatoria de marchas alternativas en defensa, dijeron, de la abolición de la prostitución, contra los vientres de alquiler y la futura ley trans, en un grito unánime unánime en favor de la igualdad de derechos.
Una división a la que desde el Ministerio de Igualdad han restado importancia al considerar que el movimiento feminista siempre ha tenido varias tendencias y ha sido plural. Hoy la ministra Irene Montero ha insistido en ello y ha celebrado que la ciudadanía haya marchado por la igualdad tras la pandemia: «es la mejor de las noticias», ha dicho.
De esta forma se ha pronunciado en la manifestación convocada en Madrid por la Comisión 8M, la tradicional, a la que según la delegación del Gobierno han acudido unas 50.000 personas, 100.000 según las organizadoras -en 2020, el último año en el que hubo manifestación, la Delegación cifró la asistencia en 120.000-.
Una manifestación, cuyo lema ha sido «Derechos para todas, todos los días», en la que se ha reivindicado el fin de las violencias contra las mujeres, y de la precariedad laboral, en la que se ha exigido una justicia que crea a las víctimas, pero también se han escuchado proclamas en defensa del «no a la guerra» en Ucrania.
«Las feministas condenamos la violencia y condenamos la guerra. La guerra destruye todo lo que amamos», han proclamado al fin de la protesta, que ha comenzado en Atocha y ha concluido en la plaza de Colón.
A la marcha, en la que ha sonado «Ay mamá», de Rigoberta Bandini, convertido ya en un himno feminista, han asistido numerosos ministros.
También representantes de partidos como Unidas Podemos, PSOE y Ciudadanos, mientras que no se ha visto ninguna pancarta del PP, partido que anunció que los miembros que fueran lo harían a título individual.
La capital era una de las ciudades donde había una marcha alternativa, en la que han participado más de 6.000 personas, convocada por el Movimiento Feminista de Madrid para reivindicar la abolición de la prostitución y la pornografía y mostrar su rechazo a una ley trans que permita el libre cambio de sexo en el registro.
En otras ciudades, como Vitoria, el movimiento abolicionista se ha integrado en las manifestaciones tradicionales.
Alrededor de 4.000 personas en Valladolid, un millar en Logroño o Mérida, más de 2.000 en Palma de Mallorca… Prácticamente todos los municipios han sido escenario de marchas para reclamar la igualdad real y hacer frente al negacionismo de la violencia machista.
Una de las más grandes, después de la de Madrid, se ha registrado en Barcelona, con 15.000 participantes, según la Guardia Urbana, y 60.000, según los organizadores.
Con el lema «Contra las precariedades, las fronteras y las violencias, las feministas estamos aquí», la marcha, en la que ha asistido el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y la mayoría de sus consellers, se ha convertido en un grito contra las violencias y en favor de la lucha feminista.
En Andalucía, la división del feminismo en este 8M ha estado presente en parte de las capitales, en las que ha habido dobles convocatorias de manifestaciones en las que los ciudadanos han exigido igualdad en todas las esferas, desde la salarial o la sindical, a la sexual o la representativa.
También Bilbao ha sido escenario de una manifestación multitudinaria y unas 15.000 o 16.000 personas, según una primera estimación de la Policía Municipal, han marchado tras una pancarta en euskera a favor de la lucha feminista y de un sistema público de cuidados
«Les dones fem revolució feminista», ha sido el lema elegido la manifestación valenciana, a la que se ha sumado el presidente de la Generalitat, Ximo Puig.
Y Zaragoza se ha teñido de un morado intergeneracional para reivindicar un feminismo diverso y pacifista, en una cita en la que miles de personas han recorrido las calles bajo el lema de «Con todas y a por todas. ¡Nadie nos silencia!».
En otras ciudades, como Vitoria, el movimiento abolicionista se ha integrado en las manifestaciones tradicionales.
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