Sin la “contabilidad creativa” hecha por Hacienda, el desajuste de este año sigue alcanzando el 8% del PIB..
El nuevo Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) es la herramienta de contabilidad creativa mediante la cual el Gobierno de Mariano Rajoy se las ha ingeniado para esconder un punto de déficit de este año (10.000 millones) desviándolo a 2013. De no producirse esta traslación temporal y contable, el desequilibrio de las cuentas públicas al cierre de 2012 llegaría al 8 por ciento del PIB, lo que significa que en este ejercicio el Ejecutivo sólo habría reducido un punto del desajuste de las cuentas públicas.
Así pues, las previsiones que sitúan el déficit de este año en el 7 por ciento del PIB no han contabilizado los 10.000 millones de dotación del FLA de 2013, de 23.000 millones, con lo dispuesto en el Fondo de Liquidez de este año, cerrado con una apelación cercana a los 13.000 millones.
No sólo eso, sino que estos cálculos deparan la conclusión de que, pese a todos los ajustes y reformas, el Gobierno sólo ha logrado operar la reducción de un punto de déficit total este año, cerró 2011 en el 8,96 y andamos por el 8 por ciento, en vez del 7 por ciento que prevé la mayoría de los analistas, Bruselas y el Fondo Monetario Internacional. Eso sí, ha maquillado 10.000 millones trasladandoslos al próximo ejercicio a través del FLA, propiciando que se un nuevo endeudamiento a largo plazo que padeceremos el 2012, año en que según el ejecutivo de Rajoy se producirá la tan ansiada recuperación económica.
A pesar de los radicales ajustes en la mayoría de partidas presupuestarías dedicadas a fines sociales ( prácticamente todas las partidas que trataban de servicios públicos o ayudas a colectivos desfavorecidos se han reducido), el déficit apenas ha bajado, debido al aumento constante en las ayudas a la banca y los intereses de la deuda.
Y además, la triquiñuela contable pone de manifiesto de nuevo uno de los grandes desafíos autonómicos en esta crisis: la existencia de facturas en el cajón desatendidas. Porque el FLA de 2013 nace condicionado al pago de facturas a proveedores, en un intento por parte del Gobierno de solucionar la morosidad pública que lastra nuestro tejido productivo y compromete la viabilidad y el empleo de muchas empresas.
Desequilibrios ocultos
Esta situación genera déficit ocultos que se tornan imposibles de estimar o cuantificar y que se han erigido en uno de los quebraderos de cabeza del ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, quien abanderó la lucha del Gobierno por vaciar los cajones autonómicos con facturas impagadas y escamoteadas contablemente a las cuentas públicas.
Con tal fin, Montoro lanzó el Plan de Pago a Proveedores, que se ha evidenciado insuficiente para atajar todos los impagos y se estima una deuda latente con proveedores de unos 10.000 millones de euros, justo la diferencia entre el Fondo de Liquidez de 2012 y el de 2013, instrumento éste que nació para insuflar oxígeno a las comunidades autónomas que no pueden atender vencimientos de deuda. En origen, ésta era la finalidad del FLA, pero la realidad se impuso y se transigió en que se pudieran aplicar cantidades a abonar facturas de proveedores una vez apuntalado el frente de los vencimientos de deuda.
Con el nuevo esquema del FLA de 2013, el Gobierno redobla sus esfuerzos para solucionar este escollo para el déficit que hay que rendir ante Bruselas y que, al fin y al cabo, deriva en cerrojazos de pymes y autónomos y en despidos que engordan las listas del paro.
La configuración doble de esta herramienta de financiación autonómica para 2013 le sirve al Gobierno para un triple fin. Primero, maquilla contablemente el agujero en las cuentas de modo que no aflore en este ejercicio. Segundo, financiar los pagos en varios años. Y tercero, puede enseñar a la UE -con quien tiene comprometido un desajuste máximo del 6,3 por ciento este año- y los mercados -que ya descuentan un déficit del 7 por ciento- unas cuentas un punto más saneadas.