Las explicaciones ofrecidas en las últimas horas por la dirección de Podemos, intentando acallar la tormenta de críticas que se originó tras desvelarse la intención de Pablo Iglesias de poner fin al tope retributivo para los cargos del partido equivalente a tres salarios mínimos interprofesionales (el resto lo donaban al partido), no han surtido efecto.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, justificó esta decisión que se aprobará en unas semanas en la tercera asamblea ciudadana estatal de Podemos como la única vía que garantiza que, tras la subida del salario mínimo, la caja del partido siga recibiendo aportaciones de sus cargos. La misma línea argumental que siguió el secretario de organización, Alberto Rodríguez, quien difundió un vídeo en el que, además de acusar a los medios de comunicación de «malmeter» y de «mentir», trata de explicar la medida: «El SMI ha estado subiendo muchísimo», asegura, hasta el punto que podría darse la «paradoja» de que «si sigue subiendo, nuestros cargos no van a poder donar, porque van a cobrar menos».
Por otro lado, argumentó que con la implantación de un porcentaje destinado a la donación, que oscilará entre el 5 % y el 30 % en función de lo abultado de la nómina y de las cargas personales, se garantiza que todos puedan seguir aportando. El diputado canario lo ilustró con un ejemplo ficticio: si el SMI sube a 1.200 euros, «muchísimos concejales se quedarían sin donar, porque cobrarían menos» de esta cifra. «Es superfácil de entender», dice mientras se lleva las manos a la cabeza, «cae de cajón de pino».
Alberto Rodríguez pone el símil de un concejal, pero elude hacer números con la situación en la que quedarán Pablo Iglesias, Irene Montero y otros gerifaltes del partido, que aún en el caso de tener que donar ese máximo estipulado informalmente en el 30 %, la salud de sus finanzas personales se verá considerablemente mejorada.