El obispo de Segorbe-Castellón, Casimiro López, ha cargado en su carta pastoral del 29 de diciembre contra el matrimonio entre personas del mismo sexo porque, según él, es la base «para la destrucción de la familia» y considera que tiene un aumento entre las enfermedades mentales de los menores una vez comienzan su etapa adulta y un «notable aumento de hijos con graves perturbaciones de su personalidad».
En la carta pastoral bajo la que ha realizado estos ataques, llamada «La buena noticia del matrimonio y de la familia», también ha acusado al matrimonio homosexual de promover la violencia en el seno familiar.
El texto expone que «con la exclusión de toda referencia a la diferencia entre el varón y la mujer, se da vía libre a las uniones entre personas del mismo sexo», algo que para el obispo constituye un atentado contra la familia por parte del Estado, cuyo fin último es » la destrucción del matrimonio y de la familia, lo que, según sus teorías acarrea «el debilitamiento del amor duradero entre los esposos, del amor materno y paterno, del amor filial, el notable aumento de hijos con graves perturbaciones de su personalidad y el desarrollo de un clima que termina con frecuencia en la violencia».
Casimiro López también ha cargado contra la ley que elimina trabas a los cónyuges que quieren divorciarse y se ha lamentado de que el matrimonio se haya convertido solo «en la institución de convivencia afectiva entre dos personas», dejando de ser , «la institución de un consorcio de vida en común entre un hombre y una mujer». López asegura que la sociedad actual vive una decadencia de la institución familar que potencialmente podría terminar en extinción.
Además, el obispo se ha mostrado en desacuerdo con la voces cristianas que abogan por una modernización de la Iglesia, que «no es dueña sino servidora, y que no puede abandonar su fidelidad al Evangelio ni su fidelidad al plan de Dios», motivo por el que no debe adaptarse a los nuevos tiempos y mucho menos aceptar el divorcio exprés o las uniones de hecho, que, para él, no constituyen un «verdadero progreso humano».