Tal y como ha publicado este jueves el Diari Oficial de la Comunitat Valenciana (DOCV), el aeropuerto de Castellón ha salido a licitación pública mediante un contrato de explotación y mantenimiento que supondrá un nuevo gasto de dinero público cifrado en 25 millones de euros más IVA durante los primeros diez años, destinados a compensar las posibles pérdidas de la empresa privada que se haga cargo de su gestión si no alcanza los 360.000 pasajeros.
Sin embargo, según los pliegos de condiciones administrativas, el canon por la explotación del aeropuerto será pagado a la empresa pública Aerocas sólo en el caso de que se supere con el tráfico aéreo el número de 1,2 millones de pasajeros por año, en un aeropuerto de clasificación 4D que no permite operar con aeronaves de un tamaño superior a 52 metros de embergadura, como son aviones del tipo Airbus 300 o Boeing 757.
El período de explotación de la infraestructura será de 20 años y cinco meses y medio sin posibilidad de prórroga a partir del momento de la firma del contrato, que será adjudicado a la mayor oferta económica, previa acreditación de solvencia económica y viabilidad técnica y profesional.
La construcción que el aeropuerto sin aviones de Castellón ha supuesto ya para el erario público desde su inauguración en 2011 asciende al menos a 136,8 millones de euros, además de los costes de mantenimiento durante los años que ha permanecido sin uso.
El anuncio de invertir otros 25 millones de euros de dinero público se hace un día después de que Alberto Fabra, el presidente de la Generalitat, procediera a clausurar la Radiotelevisión Valenciana (RTVV) -tras conocerse la sentencia del Tribunal Superior de Justicia que declara ilegal el ERE impuesto a la empresa pública y fuerza a la readmisión de los más de mil trabajadores despedidos- aduciendo que el coste de 40 millones de euros que supondría mantener el ente público abierto sería inasumible para la Generalitat.
Con la licitación para la explotación del aeropuerto de Castellón, la Comunidad Valenciana vuelve a deshacerse de otro de sus fracasos en construcciones megalomaníacas traspasando un ente público por un coste muy bajo a manos privadas, tras haber tenido que asumir los elevadísimos gastos de su construcción y mantenimiento improductivo sin beneficio alguno para las arcas públicas y la sociedad valenciana.
Otros proyectos infructuosos y de elevado coste público para esta comunidad son, por ejemplo, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el nuevo Hospital de la Fe en la ciudad de Valencia -tras desmantelar la antigua Fe que aún se encontraba en buen uso-, el circuito urbano de la Fórmula 1 –desactivado ahora tras haber dilapidado cantidades astronómicas-, el plan de ampliación de la Avenida Blasco Ibáñez con la consiguiente degradación del histórico barrio de pescadores del Cabañal, la Ciudad de la Luz en Alicante o las infraestructuras para la Copa América, entre otros muchos.