La ex secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ha anunciado hoy que deja su escaño en el Congreso de los Diputados para «liberar al PP de cualquier ataque, por injustificado que sea», y ha subrayado que no ha hecho nada de lo que se sienta avergonzada.
Insiste a este respecto en que su «obligación» era saber lo que estaba ocurriendo y procuró por todos los medios a su alcance, «dentro de los límites de la ley», conocer la problemática que vivía su partido, especialmente cuando empezaron a conocerse casos de corrupción vinculados a personas del PP.
«Si es un pecado mortal haber hablado con un comisario de policía que por aquel entonces -no lo olvidemos- acaba de ser condecorado por el entonces ministro del Interior del PSOE, entonces me equivoqué», admite.
Lo que sí es seguro, subraya, es que se equivocó al pedir a su marido que la ayuda en la interlocución con Villarejo. «Ahora él está pagando por haberme ayudado a tratar de tener una visión más clara de lo que estaba ocurriendo», se lamenta sobre la situación de su esposo.
Después de recalcar que lo que hizo fue lucha «contra los que traicionaron» al PP, dice: «Ha sido un trabajo ingrato y difícil, pero tampoco me he arrepentido nunca. Se lo debía a mi gente y también a todos los españoles»
La ex número dos del PP emplaza a sus compañeros a «cerrar filas ante las injusticias» desde el convencimiento de que «un partido que no es capaz de defender a los suyos cuando están siendo injustamente atacados no puede esperar que los ciudadanos confíen en él».
«Cuando tus adversarios políticos detectan que tu fortaleza es vulnerable, los ataques se multiplican», avisa.