Alejada de las discusiones sobre “puestos” y volcada en sus tareas de Gobierno, Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y futura vicepresidenta tercera del Gobierno en sustitución de Pablo Iglesias, ha dejado claras las señas de identidad de su nuevo papel y sus prioridades durante su primera intervención en el Congreso. Sus preocupaciones son “el paro estructural” y “los graves problemas del mercado de trabajo”. En buena parte, según su análisis, derivados de la “uberización de la economía”. También habla de la problemática del acceso a la vivienda, calificándolo del “segundo gran problema” del país.
Durante su intervención en la comisión de Trabajo, la ministra Díaz ha insistido siempre en el diálogo social. “De forma discreta y extraordinariamente eficaz hemos alcanzado acuerdos que han salvado millones de empleos, cientos de miles de empresas. Mientras en otros lugares el ruido impedía el acuerdo y primaba la lógica del enfrentamiento vacío. El diálogo y la buena gobernanza ha estado en la base de nuestra forma de actuar. El diálogo en sentido amplio, como una cultura de comprender la política y la responsabilidad pública”. Y añadía: “En un momento de alta incertidumbre económica y alta crispación política, hemos sido un valor de confianza. Y la confianza es muy importante para la economía y para la gente”.
Sus dos retos: la reforma laboral y la subida del salario mínimo interprofesional. Dos batallas a las que se niega a renunciar, pese a las reticencias desde la vicepresidencia económica, defiende que “conseguir que el SMI alcance el 60% del salario medio es un objetivo de esta legislatura que seguro alcanzaremos, dando cumplimiento a nuestros compromisos internacionales con la Carta Social Europea y para ello hemos constituido una comisión de personas expertas que van a determinar la cuantía del 60% del salario medio en nuestro país y establecer la senda más adecuada para alcanzar ese objetivo”. Las hipótesis teóricas muestran el camino por el que se plantean las soluciones: “Si hay un fordismo parece que habrá un uberismo. El fordismo, como sistema de producción en cadena, con el trabajo altamente especializado y mecanizado, ha caracterizado toda una época, tanto del trabajo como de la conquista de derechos. También la uberización de la economía debe implicar respuestas sociales y públicas a esa nueva realidad”.