La brecha de la desigualdad se amplía alarmantemente en España, con una concentración mayor de la riqueza, de manera que solo tres personas acumulan ya la misma riqueza que el 30% más pobre de España, es decir, 14,2 millones de personas.
Entre 2008 y 2014, los salarios más bajos cayeron un 28% mientras los más altos apenas se contrajeron. Y en 2015 llegamos a un nivel en el que la remuneración del ejecutivo con el salario más elevado multiplicaba por 96 la del trabajador promedio en las empresas del Ibex 35. España es también uno de los países europeos donde el sistema fiscal logra reducir menos las desigualdades, el quinto peor de Europa. Las familias soportan el 84% de la recaudación frente al 13% de las empresas.
La ONG apunta que mientras que el PIB ha crecido desde hace tres años, también lo ha hecho la desigualdad, lo que significa que “el crecimiento económico solo está beneficiando a los más ricos”. De hecho, desde el inicio de la crisis, España se ha convertido en el segundo país de la UE después de Chipre en el que ha crecido más la desigualdad, 20 veces más que el promedio europeo.
“España, a pesar de haber mostrado durante los últimos años una de las tasas de crecimiento más altas de Europa, no logra que este crecimiento sea inclusivo”, expone la organización, que afirma que “la desigualdad en España continúa aumentando como resultado de una economía que promueve una distribución injusta de las rentas y las oportunidades que se generan”, es decir, por las decisiones políticas adoptadas por el Gobierno aparte de la crisis económica.
Para Oxfam, lo que ha puesto de manifiesto la crisis “son las fisuras en el diseño y las estructuras básicas de este modelo económico, que está en realidad ahondando en las brechas y profundizando en la desigualdad”.
Ocho hombres acumulan la misma riqueza que 3.600 millones de personas en todo el planeta
Pero el aumento de la brecha de la desigualdad no es exclusivo de España. En el mundo, ocho personas, empresarios y hombres todos ellos, acumulan la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, es decir 3.600 millones de personas, poniendo de manifiesto que “la brecha entre ricos y pobres es mucho mayor de lo que se temía”.
Según el informe de Oxfam, el ritmo al que los más ricos acumulan cada vez más riqueza podría dar lugar al primer «billonario» del mundo en tan sólo 25 años. Con esa concentración de riqueza, esta persona necesitaría derrochar un millón de dólares al día durante 2.738 años para gastar toda su fortuna. Frente a ello, siete de cada diez personas vive en un país en el que la desigualdad ha aumentado en los últimos 30 años.
Entre 1988 y 2011, los ingresos del 10 % más pobre de la población mundial aumentaron en promedio sólo 3 dólares al año, mientras que los del 1 % más rico crecieron 182 veces más, a un ritmo de 11.800 dólares al año. Según Oxfam, al ritmo actual, llevará 170 años alcanzar la igualdad salarial entre hombres y mujeres.
Impuestos a las grandes fortunas
Oxfam denuncia que los paraísos fiscales agudizan la crisis de desigualdad extrema y son parte del problema. España deja de ingresar aproximadamente 1.550 millones de euros como resultado de la actividad canalizada a través de los 15 paraísos fiscales más agresivos del mundo, una cantidad que equivaldría al 58% del déficit que se estima tendrá el fondo de reserva de las pensiones en 2017.
La organización reclama también que los presupuestos públicos prioricen a las personas más vulnerables, incrementando las dotaciones en políticas sociales y asegurando ingresos para los más vulnerables. Asimismo, el presupuesto de Ayuda al Desarrollo debe incrementarse progresivamente hasta alcanzar el 0,4% en 2020, subiendo en el presupuesto de 2017 ya a un 0.25%
En cuanto a las elites económicas que se reúnen esta semana en Davos, Oxfam hace un llamamiento para que desempeñen un papel fundamental en la creación de una economía más humana. “Es hora de frenar esta concentración de riqueza extrema, eliminar las barreras que limitan el progreso económico y social de las mujeres y acceder en igualdad a derechos fundamentales. Es fundamental que los políticos dejen de obsesionarse por medir el progreso tan sólo en base al PIB y se centren en indicadores que reflejen el beneficio del conjunto de la ciudadanía y no sólo de unos pocos”.
“Que la economía funcione para el 99% no es imposible: cooperación en lugar de competencia desleal entre países, salarios dignos y una fiscalidad justa en lugar de esta carrera a la baja que parece no tener límite”, resume Vera.