
Podemos planteará en su programa electoral económico la creación de un nuevo impuesto sobre las grandes fortunas que grave patrimonios superiores al millón de euros con un tipo de hasta el 3 %, lo que permitiría recaudar al menos 10.000 millones de euros al año.
El secretario de Economía de Podemos, Nacho Álvarez, ha avanzado en una entrevista con EFE que entre las medidas fiscales que contempla el partido se encuentra esta nueva figura tributaria que afectaría aproximadamente a las 1.000 personas más ricas del país.
Se trataría de un impuesto progresivo, hasta rondar el 3 % para las grandes fortunas, que se calcularía teniendo en cuenta una exención sobre el patrimonio, en la que estaría incluida el valor de la vivienda habitual, apuntan fuentes del partido.
«Pensamos que es necesario terminar con la pléyade de privilegios fiscales que existen en este país y que son disfrutados fundamentalmente por las rentas más altas y por los grandes patrimonios», reitera Álvarez al tiempo que no cree que pueda haber una fuga de capitales en España.
«No estamos hablando de un impuesto sobre las rentas del capital, sino en particular de una nueva figura sobre el patrimonio de las personas», subraya.
En sentido contrario, estudiarán mover algunos productos básicos de tramo para que puedan tener un IVA más reducido.
El propósito es que esta reforma tributaria permita recaudar entre 40.000 y 45.000 millones de euros al año y consiga a lo largo de la legislatura reducir a la mitad la brecha de 8 puntos de PIB que España tiene frente a la media europea.
Aunque Álvarez no ha detallado la memoria económica que acompañará al programa electoral, sí ha precisado que la inversión en un nuevo modelo energético debería ser de unos 25.000 millones, 2,5 puntos del PIB, provenientes del Estado y las empresas privadas.
Sobre un nuevo impuesto al diésel, el responsable económico se muestra cauto y considera que la nueva imposición verde debe ir dirigida a desincentivar el consumo que contamina, al tiempo que también aboga por «legislar» el proceso de digitalización que han traído las máquinas.
«Nuestra preocupación no pasa tanto por un gravamen específico al cambio tecnológico -que pensamos que podría desincentivarlo-, sino por generar el marco que facilite un reparto más equitativo de las ganancias de productividad que genera y por evitar algo que sí que es un riesgo cierto, que es el proceso de precarización», añade.
En este sentido señala que los denominados «riders» (repartidores) de empresas como Deliveroo «se parecen más a los jornaleros de principios del siglo XX que a trabajadores con derechos».
Ruth del Moral y Matilde Martínez
