Desde que hace doce días se dispusiera el traslado a una nueva prisión para Nadezhda Tolokonnikova, una de las integrantes del grupo Pussy Riot, los familiares de la activista no han tenido noticia alguna sobre su paradero ni han podido ponerse en contacto con ella.
Tolokonnikova fue encarcelada el 21 de febrero de 2012 junto a otras dos compañeras de la formación musical tras realizar una performance en la catedral de Moscú a modo de protesta contra la reelección de Vladimir Putin, lo que le supuso la acusación de vandalismo. La acción fue considerada por parte de la sociedad rusa como un acto de blasfemia, pero el arresto, la acusación y la severa pena impuesta generó un escándalo internacional por el ataque a la libertad de expresión.
Sentenciada a dos años de cárcel, la integrante de Pussy Riot permanecía recluida en un centro penitenciario de Mordovia, a 445 kilómetros al este de Moscú, donde denunció haber recibido abusos por parte del personal de la prisión y por lo que decidió iniciar una huelga de hambre, la segunda desde su detención.
El marido de Tolokonnikova, Pyotr Verzilov, dice desconocer su paradero exacto desde que el 21 de octubre pasado los guardias la introdujeran en un tren con destino a un nuevo centro de reclusión y considera que la decisión del traslado procede de las altas autoridades de Moscú, que pretenden castigarla por sus constantes protestas y romper sus conexiones con el mundo exterior, dada la repercusión mediática del caso.
La activista, que presentaba una importante debilidad física a causa de la huelga de hambre, fue vista por última vez el 24 de octubre por un pasajero cuando el tren en el que viajaba llegó a la ciudad de Chelyabinsk, en los montes Urales.