El doctor en Ciencia Política y responsable de la campaña electoral de Podemos, Íñigo Errejón, defiende que la «crisis de régimen» que atraviesa España ha puesto las condiciones para que naciera el «discurso populista de izquierda» que plantea esta formación política, la cual sin el «estudio prolongado y aprendizaje sobre el terreno» de los «procesos latinoamericanos recientes de ruptura popular» no habría sido posible.
«España atraviesa una crisis de régimen que es una fractura de los consensos y una desarticulación de las identidades tradicionales, y existen las condiciones para que un discurso populista de izquierdas, que no se ubique en el reparto simbólico de posiciones del régimen, sino que busque crear otra dicotomía, articule una voluntad política nueva con posibilidad de ser mayoritaria», señala.
Así lo argumenta Errejón en un artículo publicado en Le Monde Diplomatique titulado “¿Qué es Podemos?” y en el que pretende explicar los motivos que llevaron primero al nacimiento de esta formación política y después a su éxito en las elecciones europeas del pasado 25 de mayo.
Unos comicios, según asegura, en los que «desafió las etiquetas» al lograr un «voto maduro», ya que el 45% de sus electores tiene entre 35 y 50 años, «urbano y de las periferias urbanas golpeadas por los recortes, considerablemente educado y que se autopercibe lejos del estigma de ‘extrema izquierda’ que los medios conservadores han querido acuñar».
“Articulación del descontento flotante”
Según el artífice de la campaña del partido de Pablo Iglesias, Podemos nació como «articulación del descontento flotante para una activación popular que recuperase la soberanía y la democracia, secuestradas por la ‘casta’ oligárquica».
De hecho, reconoce que Podemos nunca habría sido posible sin el «clima impugnatorio de las élites» y que tuvo su inicio con las protestas del denominado movimiento 15-M y que introdujo «cambios en la cultura política» de nuestro país.
Junto con el 15-M, Errejón cree que la labor comunicativa realizada a través de «programas de televisión propios» tales como La Tuerka o Fort Apache, así como la «elevada visibilidad mediática» de Pablo Iglesias, fueron una «poderosa herramienta comunicativa» y un «catalizador simbólico» para el éxito que ha logrado Podemos.
La tercera «columna» que, para Errejón, explica la irrupción de Podemos en el Parlamento Europeo es «un estudio prolongado y un aprendizaje sobre el terreno de los procesos latinoamericanos recientes de ruptura popular (y constituyente), conformación de nuevas mayorías nacional-populares par el cambio político, acceso al gobierno y guerra de posiciones en el Estado».»Procesos en los que intervenciones virtuosas, en momentos de descomposición del orden tradicional, abrían posibilidades inéditas, casi siempre para estupor y malestar de la izquierda. Algunos de los impulsores de la iniciativa hemos reconocido que, sin aquel aprendizaje, Podemos no habría sido posible», afirma.
Esperanzas e interrogantes
Con estos mimbres –15M, la labor comunicativa a través de programas de televisión y el aprendizaje de los procesos latinoamericanos– se lanzó un proyecto que se basó en «desafiar gran parte de los tabúes de la izquierda clásica» y con una «visión constructivista del discurso político» que permitió «interpretaciones transversales a una mayoría social descontenta, que fueron más allá del eje izquierda-derecha».
Así, el proyecto propone la «dicotomía ‘democracia/oligarquía’ o ‘ciudadanía/casta’ o incluso ‘nuevo/viejo'», es decir, «una frontera distinta que aspira a aislar a las élites y a generar una identificación nueva frente a ellas».
«Lenin decía que la política es ‘caminar entre precipicios’ y Podemos hizo una campaña decidida a moverse en el equilibrio siempre inestable entre la marginalidad impotente y la plena integración, atravesando los grandes consensos y asumiendo los riesgos de la política hegemónica, no para ubicarse en el margen izquierdo del tablero de ajedrez sino para reordenarlo», apunta Errejón.
Eso sí, considera que la irrupción de Podemos en el panorama político español «abre tantas esperanzas como interrogantes, dificultades y responsabilidades, en medio de un tiempo político acelerado» en el que, según augura, «no faltará el hostigamiento de los poderes fácticos», si bien subraya que «la conservación de lo existente no parece una opción». (Agencias)