En el primer trimestre de 2014, el 77,7% de las personas menores de 30 años, la cifra más alta de la última década, sigue residiendo en su lugar de origen, es decir, en casa de sus padres, según el último informe emitido por el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud (CJE).
El informe, referente al primer trimestre de 2014, destaca que no se han alterado los rasgos básicos de la precariedad que afectan a gran parte de los puestos de trabajo que desempeñan las personas jóvenes menores de 30 años, al margen de cuáles sean sus estudios. Estas condiciones, en ocasiones, incluso se han exacerbado.
El alcance de la temporalidad entre la población joven que sigue como asalariada ha aumentado, así como el peso de los contratos temporales con menos de un año de duración, de la subocupación por insuficiencia de horas trabajadas, de las jornadas a tiempo parcial y de la temporalidad en las nuevas contrataciones a personas jóvenes registradas en la oficina de empleo.
La traducción inmediata de esta fragilidad laboral se encuentra, junto a la débil protección social, en los bajos salarios y la inviabilidad para llevar a cabo los proyectos de emancipación, esto referido de los pocos que cuentan con empleo.
Aunque, según el nuevo modelo de recogida de estadísticas, el volumen total de los ingresos netos de un hogar joven ha registrado cierto incremento con respecto a las cantidades publicadas anteriormente, en realidad, más que por un repunte de la riqueza, esta variación se explica por un cambio metodológico: en la nueva Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) de 2013, el INE ha combinado la información facilitada por las personas entrevistadas con los ficheros administrativos de la Seguridad Social y las Fuentes Tributarias.
Por lo tanto, no se puede decir que haya una mejora en la economía de los jóvenes emancipados, sino un maquillaje de las cifras oficiales. De hecho, el bajo porcentaje de personas menores de 30 años emancipadas (20’3%) revela las dificultades que tiene este sector de la población para independizarse.
Esto ocurre en toda España, pues no se constatan grandes diferencias en la distribución por comunidades autónomas.
Aunque el informe da la nota positiva del freno en la escalada de paro entre los menores de 30 años, concluye que no es debido a que se haya parado la destrucción de empleo juvenil y afirma que más probablemente se deba al exilio al extranjero de dichos jóvenes: “la ralentización o freno de la escalada del paro entre la población joven no significa que su situación laboral haya experimentado una mejora sensible”, principalmente “porque hacer una valoración exclusivamente a partir del desempleo supone obviar que nunca había tan pocas personas jóvenes activas”.
Para el Observatorio de Emancipación, tampoco debe obviarse que, aun cuando la estadística oficial no categoriza como personas ‘desempleadas’ a quienes no han buscado activamente un empleo en un mes, “hay personas jóvenes inactivas que desearían tener un trabajo (el 15,3% del total, más de 430.000)”.
El Consejo de la Juventud afirma, por tanto, que el acceso a un hogar propio por parte de los jóvenes sigue vedado, ya que en el mercado de la vivienda «la mayor parte de los indicios de ‘recuperación’ del sector están siendo liderados por los grandes fondos de inversión y la demanda extranjera”. “La población joven permanece como uno de los colectivos que más abruptamente excluye el mercado de la vivienda”, concluye el informe.