Por mucho que el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, se jacte de la creación de empleo en España y del aumento de afiliados a la Seguridad Social, la realidad de la precariedad de estos nuevos empleos y el poco aporte que por impuestos pueden hacer a las arcas públicas es apabullante.
Según los datos del Instituto Nacional de Empleo (INE), los contratos de un día se han disparado desde el inicio de la crisis al pasar de 17.700 en el primer trimestre de 2008 a 35.800 en el mismo período de 2016, una subida del 102%.
Además y según el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), de enero a mayo, los contratos de siete días o menos aumentaron su peso dentro de la contratación temporal y representan ya el 26,5%, casi un punto y medio más que hace un año.
Las estadísticas del SEPE también ponen de manifiesto que la duración media de los contratos temporales mengua. Si en el dato acumulado de enero a mayo de 2015, la media de los contratos temporales era de 55,38 días, en el mismo período de este año la media baja a 51,93 días.
Uso fraudulento de los contratos temporales
Para la secretaria de Políticas Sociales, Empleo y Seguridad Social de UGT, Mari Carmen Barrera, habría que penalizar a las empresas que «de manera reiterada» acuden a los contratos de muy corta duración pero, además, exigir una justificación laboral, de forma que tengan un carácter excepcional.
Barrera también se decanta por establecer una regulación que rebaje el tiempo de encadenamiento de estos contratos (ahora está en 24 meses) e invertir en los servicios públicos de empleo para que se refuerce la inspección de trabajo. La responsable de UGT asegura que, según datos del INE, el encadenamiento de contratos temporales y de corta duración supera ya los tres años, «lo que evidencia su uso fraudulento e injustificado».
Para el responsable del gabinete económico de CCOO, Carlos Martín, estos datos corroboran que la contratación temporal está sujeta a una alta precariedad con una rotación que aumenta en las salidas de la crisis, pero la inestabilidad en el empleo llega también a los indefinidos, que cada vez son menos estables. Martín explica que en 2015, para que se creara un puesto de trabajo fijo, hacía falta que se firmaran 1,45 contratos indefinidos, bastantes más que en 2008, cuando se requerían 1,18.
La patronal apuesta por la temporalidad
Según el economista de CCOO, este aumento de la rotación se debió a los cambios implantados por la reforma laboral del PP de 2012, que abarató el despido, facilitó las rescisiones e incluyó un nuevo tipo de contrato, el de emprendedores, que permite a las empresas con menos de 50 trabajadores firmar un contrato por un período de prueba de un año, durante el cuál es posible despedir sin indemnización.
Desde la Asociación Nacional de Agencias de Colocación (ANAC), la presidenta, Yojana Pavón, explica que lo que han observado, en los últimos meses, es que los contratos temporales y en jornada parcial han dado un repunte significativo, en concreto en hostelería y comercio. Según Pavón, lo que «preocupa» a ANAC es que estos datos de más contratación se «reconviertan» en unos meses, cuando baje la estacionalidad, en un aumento de la tasa de paro.
Por el contrario, desde la patronal se defiende el uso de este tipo de contratos temporalmente precarios. El responsable de Relaciones Laborales de la CEOE, Jordi García Viña, admite que los contratos de muy corta duración son “negativos” pero considera que las empresas los necesitan y que por eso recurren a ellos.
García Viña sostiene que se deberían buscar otros mecanismos para que las empresas pudieran resolver sus necesidades pero, en su opinión, siguen pasando por la parcialidad, «que da todas las posibilidades del mundo». (Postdigital/Agencias)