
Las autoridades de la Franja de Gaza, controladas por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), han denunciado este miércoles la muerte de más de 300 palestinos en 48 horas a manos del Ejército israelí, al que acusan de haber cometido 26 «masacres» que han dejado centenares de heridos y desaparecidos.
Estos hechos se producen después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, haya anunciado que Israel ha aceptado los términos para un alto el fuego de 60 días en el enclave palestino, un extremo aún no confirmado por el Gobierno israelí.
«El Ejército de ocupación israelí cometió 26 masacres sangrientas contra civiles palestinos en la Franja de Gaza durante las últimas 48 horas, con el resultado de más de 300 muertos, además de cientos de heridos y desaparecidos, en sucesivos y nuevos crímenes que confirman la continua aplicación de su política de asesinatos deliberados, genocidio y limpieza étnica», ha declarado la oficina de prensa del Gobierno gazatí.
En un comunicado difundido en su canal de Telegram, ha acusado a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) de dirigir sus «atroces» ataques hacia centros con «decenas de miles de desplazados» en su interior, zonas de descanso públicas, familias y hogares, mercados populares e instalaciones «vitales», además de «bombardear y matar a civiles hambrientos mientras buscaban comida».
Las autoridades gazatíes, asimismo, han denunciado que la mayoría de las víctimas mortales son mujeres y niños, incidiendo en que «todos estos son civiles desarmados», lo cual es una muestra, han indicado, de que los «deliberados» ataques del Ejército israelí tienen por objetivo los «más vulnerables».
La ofensiva contra Gaza, lanzada en respuesta a los ataques del siete de octubre de 2023 –que han causado unos 1.200 muertos y cerca de 250 secuestrados, según el Gobierno israelí–, ha dejado hasta la fecha más de 57.000 palestinos asesinados, tal y como han denunciado las autoridades del enclave palestino, si bien se teme que la cifra sea superior.
Por otra parte, han recordado que «estos crímenes coinciden con los continuos intentos de la ocupación de colapsar lo que queda del sistema de salud, bombardeando hospitales, atacando al personal médico e impidiendo la entrada de suministros vitales».