“Soy Luis Gonzalo Segura de Oro-Pulido, teniente del Ejército de Tierra. La cúpula militar quiere encerrarme y expulsarme de las Fuerzas Armadas. ¿Mi delito? He escrito la novela Un paso al frente”.
Así comienza el vídeo con el que este militar denunciaba hace dos semanas el acoso sufrido por parte de sus superiores por el simple motivo de haber escrito un libro en el que narra la profunda corrupción arraigada en el seno del ejército español, donde, en clave de ficción, describe la realidad de un sistema de “castas” militarizado donde los altos mandos despilfarran el dinero público en clubes exclusivos, campos de golf, pabellones de lujo, “comidas del 23F” u ostentosas comuniones para sus hijos, mientras pisotean los derechos de sus subordinados, discriminan por motivos de sexo, silencian a las voces críticas y acosan a los pocos jueces militares independientes para seguir conservando sus privilegios a costa del erario público.
Apenas una semana después de la publicación del vídeo, el pasado viernes 18 de julio, el teniente Segura ingresaba preso en el centro de internamiento disciplinario de la base San Pedro de Colmenar Viejo en Madrid, para cumplir la condena de dos meses impuesta por el jefe del Ejército de Tierra, acusado de haber cometido dos faltas graves: escribir la novela y sus declaraciones a la prensa, y hablar del libro con compañeros en horario de café.
Su expediente sigue abierto y el fiscal continúa estudiando su caso para encontrar el modo de condenarle a seis años de prisión en una cárcel militar, sin embargo, no se ha abierto ninguna investigación para aclarar si sus denuncias sobre la corrupción del Ejército son ciertas.
Un día antes de su arresto, Luis Gonzalo Segura inició una huelga de hambre como protesta por considerarse víctima de un proceso injusto, motivo por el que ayer sábado fue trasladado al hospital militar Gómez Ulla, donde se encuentra en observación y bajo custodia de la policía militar, con un horario limitado de visitas.
En una entrevista para el diario Público antes de su reclusión, el teniente se lamentaba de ser castigado, por cumplir con su obligación y denunciar lo que consideraba ilegal o irregular con “un procedimiento que vulnera el Tratado Europeo de los Derechos Humanos”, siendo “lo peor que durante el juicio nadie quisiera saber lo que había en un disco duro”, haciendo referencia a los archivos digitales que posee y que, afirma, contienen infinidad de pruebas de irregularidades y casos de corrupción entre los oficiales, y que no ha logrado que sean investigados.
«Me parece muy triste que en Europa alguien tenga que declararse en huelga de hambre para solicitar fiscalización y transparencia del gasto, independencia de los órganos de control, justicia, Guardia Civil y auditorías, y un trato digno para los militares, como es tener libertades y derechos o contratos ajustados a la normativa europea», expresaba en la entrevista.
Sin embargo, su libro, que ya va por la cuarta edición, sigue difundiéndose y ya ha superado los 10.000 ejemplares vendidos, despertando un gran interés entre los propios militares, muchos de los cuales comparten la visión de Segura: “somos muchos los militares que pedimos libertad y modernidad y democracia”.
“Se ha prohibido hablar de la novela a los militares. Agentes graban las presentaciones del libro y altos mandos militares amenazan a los soldados. ¿Qué quieren ocultar?, ¿por qué lo prohíben y lo sabotean? Porque no quieren que tú sepas lo que sucede”.
Segura denuncia que el Estado destina 9.000 millones de euros al Ejército, un dinero del que se aprovechan los altos cargos, “270 generales y 1.050 coroneles cuando solo necesitamos 20 generales y 50 coroneles” para 130.000 militares, mientras que, comparativamente, China tiene 190 generales para 2.300.000 militares. Una “casta” militar anclada en el pasado que abusa de su poder mientras la deuda del Ministerio de Defensa asciende ya a 29.000 millones de euros.