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El escándalo sucedido en Alemania sobre el informe de pobreza –dado que el borrador se ha terminado filtrando a la prensa- ha sido mayúsculo.
Si las diferencias entre ambos documentos no hubiesen comenzado ya en la introducción, los periodistas del rotativo Süddeutsche Zeitung podrían haber pasado por alto revisar un texto encerrado en más de 500 páginas. Pero cuando observaron que una frase del prólogo («La riqueza privada en Alemania está muy mal distribuida«) aparecía en el borrador que elaboró el Ministerio de Trabajo y no en el informe definitivo, no cabía duda de que la manipulación estaba servida.
En la primera versión se podía leer: «Mientras los sueldos han aumentado entre las rentas altas, los salarios bajos han caído. El diferencial entre ingresos se ha espaciado». Este hecho podría dañar «el sentido de la Justicia por parte de la población» y podría, también, afectar a «la cohesión social». Pero esta terminología no gustó en Berlín. Así que se cambió por unas frases en neo-lengua acordes con la propaganda teutona que utiliza la canciller Angela Merkel cuando se refiere a Grecia: la caída de los salarios se debe a la consecuencia de estar aplicando reformas estructurales necesarias en el mercado laboral y a la creación de ‘mini-jobs’ para las personas sin trabajo.
El informe inicial también señalaba que lo que cobra un alemán que vive solo y que trabaja a tiempo completo no es el mínimo necesario para asegurar una existencia digna. Y esto «hace aumentar los riesgos de pobreza» en el país. Una puntualización que ha sido eliminada y sustituida en su lugar por la siguiente observación: «La cuestión de los bajos salarios debe ser examinada con mirada crítica».
Los datos que alumbra el informe son, preocupantes. Sobre todo para un país que intenta ser ejemplo, guía y base de la Unión Europea. En 1998 era el 50% de la población quien tenía en su poder el 4% de la riqueza privada, mientras que el 10% -los más ricos- controlaban el 45% de la misma. Diez años después, en 2008, esta ecuación había cambiado: el 50% de la población había pasado a controlar el 1% de la riqueza privada mientras que el 10% -los más ricos- aumentaba su poder hasta controlar el 53% de la misma. En cuanto al umbral de la pobreza, éste ha ido aumentando paulatinamente: del 15,5% en 2008 hasta el 15,8% en 2010.