Los titulares de la prensa lo han explicado así: “Pere Casaldàliga obligado a huir de Sao Fèlix do Araguaia por las amenazas de muerte que ha recibido de grandes terratenientes por su defensa de los Derechos Indígenas”. Las amenazas a Dom Pedro, como le llaman en Brasil, son otra muestra de una globalización que hace de la alimentación un negocio asesino para el Planeta y para muchos millones de personas. Y el estado Español no es ajeno.
Son bien conocidos los intereses económicos, políticos y/o geoestratégicos que durante buena parte del siglo XX fueron la causa de expulsar, o incluso exterminar, un gran número de pueblos indígenas en toda América, también en Brasil. Como el pueblo Xavante, de la tierra indígena Marãiwatsédé, que en el 1964 fueron deportados en aviones militares al sur de la región para dejar lugar a la compañía agropecuaria Suiá-Missú. En poco tiempo, Suiá-Missú se convertiría en una de las mayores haciendas del mundo. Más tarde en estas mismas tierras entraron otras empresas o unas pocas familias que las convirtieron en grandes latifundios. Aprovechando la falta de regularización de las tierras, muchas de éstas se revendieron ilegalmente a pequeñas familias pobres que, aun sabiendo que eran originariamente indígenas, lo vieron como una oportunidad para salir de la miseria.