Según el FMI, el camino para salir de la actual crisis pasa por rebajar el sueldo medio en un 10% en dos años a cambio de que las empresas se comprometan a crear empleo de manera notable.
La reacción de Gobiernos, partidos y sindicatos no se hizo de esperar, pero sorprendió por su rareza; los tres se pusieron de acuerdo para rechazarla. No obstante, la Unión Europea siempre pesa más y Olli Rehn, vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Asuntos Económicos, pasó a defenderla con ahínco: “No subestimo el desafío que supondría construir un amplio consenso político y social para encontrar una senda de ajuste óptima. Pero, ¿no merecería la pena un intento serio, por el bien de esos millones de jóvenes parados españoles?”, reflexionaba Rehn en su blog.
Parece que la comisión ha agotado sus medidas de recorte público y ha decidido pasar a la acción y atacar el mercado laboral español a través de la bajada de sueldos radical con la previsión de que esa bajada de sueldos permita paliar levemente una tasa de paro en continuo crecimiento en España.
Ante la imposibilidad de devaluar otros elementos económicos como la moneda, Rehn cree que que quizá mediante la «devaluación interna» de las condiciones de vida de los trabajadores se podría reducir el paro y tener una inflación baja, lo que quizá si se mantiene la inflación baja aumentaría el consumo.