El nivel socioeconómico influye en el desarrollo cerebral de los niños, es decir, la pobreza económica genera cerebros pobres en capacidades cognitivas, mientras que unas mejores condiciones de vida, vinculadas a un mayor nivel de ingresos familiar, beneficia a la estructura cerebral, influyendo desde incluso antes del nacimiento.
Es la conclusión del mayor estudio de este tipo, llevado a cabo por un equipo dirigido por las neurocientíficas norteamericanas Kimberly Noble y Elizabeth Sowell, de la universidad de Columbia en Nueva York y el Hospital de Niños de Los Ángeles respectivamente, y que fue publicado esta semana por la revista Nature Neuroscience.
A partir de las imágenes de los cerebros de 1.099 niños, adolescentes y jóvenes de Estados Unidos pertenecientes a familias con diferentes niveles de ingresos, las investigadoras descubrieron que los niños pertenecientes a los hogares más pobres (ingresos menores de 25.000 dólares al año) mostraban cerebros con hasta un 6% menos de área de superficie que los niños procedentes de hogares ricos (ingresos de más de 150.000 dólares al año).
Es más, incluso pequeñas diferencias económicas entre las familias más pobres (de pocos miles de dólares) se asocian con mayores diferencias en la estructura cerebral de los niños, principalmente en las áreas asociadas al lenguaje y la toma de decisiones, así como su capacidad lectora y memorística, que disminuye cuanto más bajos son los ingresos familiares.
Los motivos exactos por los que la pobreza provoca este impacto en los cerebros en desarrollo no están claros, pero los investigadores sostienen que puede estar relacionado con la falta de acceso a una buena educación, la menor cantidad o calidad de juguetes estimuladores del aprendizaje, la mala nutrición, la exposición a productos químicos industriales, la cantidad de horas que los padres trabajadores pueden dedicar a sus hijos o el estrés en el hogar.
Otro estudio de este tipo, presentado el pasado día 19 de marzo en la Sociedad para la Investigación en Desarrollo Infantil de Filadelfia y realizado por la doctora Martha Farah de la Universidad de Pensilvania , muestra cómo el nivel económico influye también en el desarrollo del cerebro durante los meses de gestación previos al nacimiento.
Al escanear el cerebro de 44 bebés de menos de un mes de edad, todos niñas afroamericanas procedentes de diversos grupos socioeconómicos, los investigadores descubrieron que los bebés nacidos en hogares pobres presentaban cerebros más pequeños que los nacidos en las familias ricas.
Aunque las causas tampoco están claras, los investigadores consideran que estas diferencias podrían estar también relacionadas con la nutrición de la madre o su exposición a ambientes menos saludables en el caso de tener un menor nivel de ingresos y una peor calidad de vida.
Las desigualdades económicas, por tanto, afectan a los niños y su desarrollo, influyendo por tanto en las oportunidades de estos futuros adultos. Una cuestión importante a considerar en una sociedad como la española, en la que el aumento de la desigualdad se ha hecho patente en los últimos años.