El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, está ejerciendo la censura en Turquía tras el doble atentado que tuvo lugar ayer en Ankara contra una manifestación por la paz, en el que al menos 95 personas fueron asesinadas, según la información oficial, aunque la oposición habla de 128 muertos y más de 500 heridos.
El Consejo Supremo de Radio y Televisión de Turquía (RTÜK), tras recibir instrucciones de la oficina del primer ministro, ha decretado una “medida temporal” que prohíbe a todos los medios de comunicación difundir información relacionada con los atentados de este sábado, la emisión de imágenes del momento de las explosiones y posteriores, y ha bloqueado también las redes sociales como Twitter y Facebook.
Según el comunicado de la agencia semipública Anadolu,, la decisión de censurar esta información habría sido tomada para prevenir “daños a la seguridad nacional o graves perturbaciones del orden público”.
Los medios hacen caso omiso de esta orden, dado que todos los canales de noticias, incluida la televisión pública TRT, siguen emitiendo información relacionada con el atentado, entrevistas con figuras públicas o análisis sobre la posible responsabilidad, aún no atribuida, aunque todos los indicios parecen apuntar al Estado Islámico (ISIS) y desde la oposición se señala una posible connivencia en la sombra del actual partido islamista en el Gobierno (AKP), ya que el foco de las explosiones se situó sobre manifestantes del partido opositor prokurdo HDP y activistas de izquierdas contrarios al Gobierno turco.
Desde la oposición consideran este atentado como el último de una serie de tres, tras el perpetrado el pasado 5 de junio en Diyarbakir en un mitin del HDP, en el que murieron cuatro personas y más de 150 resultaron heridas, y el de la masacre de Suruç el 20 de julio, contra una asamblea de jóvenes activistas prokurdos, en la que murieron 34 personas y hubo más de cien heridos tras la explosión de un suicida con el mismo método que en la de Ankara (cargas de TNT reforzadas con bolas de acero).
Las detonaciones de este sábado tuvieron lugar poco antes del inicio de la marcha, junto a la estación de tren de la capital, donde miles de personas se estaban congregando para la manifestación, que había sido convocada por el Colegio de Arquitectos, el Colegio de Ingenieros, el sindicato de funcionarios KESK y el sindicato izquierdista DISK, con el apoyo de las asociaciones de prensa, que protestaban por las detenciones de periodistas que se habían producido recientemente.
Con manifestaciones de repulsa al atentado en ciudades de toda Turquía, la tensión política es creciente en el país a tres semanas de la celebración de las elecciones anticipadas del 1 de noviembre, que tendrán lugar pocos meses después de las elecciones generales del 7 de junio, ya que no se logró un acuerdo que permitiera investir al primer ministro de Turquía. El partido kurdo e izquierdista HDP logró entrar en junio por primera vez en el Parlamento turco, con 80 diputados, al superar la barrera del 10%, y el AKP perdió la mayoría absoluta que ostentaba desde 2002.
Según la oposición, el Gobierno del AKP dedica mucho esfuerzo a perseguir y encarcelar a activistas de izquierda y a censurar las redes sociales, mientras no invierte tantos recursos en perseguir a los yihadistas que están sembrando el terror, con el objetivo de amedrentar a los votantes contrarios y volver a alcanzar la mayoría absoluta en noviembre para poder cambiar la Constitución a su favor.
Por su parte, según el diario BGNNews, unas declaraciones del ministro turco de Bosques y Abastecimiento de Agua, Veysel Eroğlu, sobre el atentado de Ankara han echado leña al fuego generando la indignación entre los turcos, al referirse a los manifestantes como “provocadores”: “Nuestra gente necesita tener cuidado de los provocadores que organizan manifestaciones terroristas para incitar a la discordia en la harmonía social. Es una provocación”. Del mismo modo se pronunció sobre el atentado de Diyarbakir: “Si lo recuerdan, ya organizaron previamente un provocación similar en Diyarbakir en un esfuerzo por retratarse a sí mismos como víctimas ante el público”.