Mariano Rajoy ha vuelto a enfangarse en las embarradas aguas de la dialéctica del hombre común. El presidente del Gobierno trataba este miércoles de explicar la postura del PP acerca de la lista más votada en Benavente (Zamora), ya que su partido consiguió más votos pero no gobierna en la localidad. Mariano Rajoy, rodeado de jubilados con los que estuvo jugando en el hogar del pensionista, se sintió con fuerza y se subió al banco de un parque, desde donde se dirigió a la masa de votantes que escuchaban atentamente su discurso a la espera de decidir su voto.
Sin embargo, las ideas y los conceptos volvieron a ser confusos en su mente, al intentar emitir uno de sus clásicos razonamientos circulares y tautológicos del tipo «los españoles son muy españoles y mucho españoles», «la mejor defensa es una buena defensa» o «un vaso es un vaso y un plato es un plato», el presidente del Gobierno recitó: «Es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde». La nueva tautología circular quedó truncada y sin sentido por el traspié lingual, dejando así Rajoy uno de sus magníficos discursos que España recordará para la posteridad.