
Personas de 63 países diferentes se dieron cita en el Rototom, el festival europeo de música reggae por excelencia.
Este año el área No Profit acogió las iniciativas de diversos colectivos sociales como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, ATTAC, Greenpeace, Casa África Valencia o Amnistía Internacional.
El festival cerró con la actuación de Damien Marley, que reunió a más de 30.000 asistentes.
Nada más llegar a la ciudad castellonense decidí buscar un supermercado para hacer las últimas compras. Durante el último fin de semana del festival todas las tiendas estaban abarrotadas, el final de las colas para pasar por caja se perdía en un mar de rastas infinito.
Aquella espera me hizo empezar a entender lo que sería el festival, una cajera lo resumió en pocas palabras cuando una señora empezó a quejarse del incivismo de los festivaleros. “Pues mire, ¿qué quiere que le diga?, prefiero mil veces más que vengan estos chavales que tener una cola igual de veraneantes. Ellos esperan pacientes y no se quejan jamás, los turistas que vienen a sus apartamentos no aguantan una cola la mitad de larga y a la que te das cuenta se ponen a discutir entre ellos, a empujarse y a meter prisa. Estos chavales son de lo más paciente y tranquilo que hay”. La señora no supo muy bien qué contestar y la cajera sonrío con gesto triunfante.
Entrar al festival es entrar a otro mundo, las puertas con saludos en decenas de idiomas te transportan a un paraíso de multiculturalidad y tolerancia. Personas de más de 63 países del mundo se encargan de aportar al Rototom esa esencia suya tan particular que lo hace único. Mención aparte se merece la organización, cuya gestión y método son impecables, la mejor de cuantos festivales he pisado, sin ninguna clase de dudas. Ni una aglomeración, ni montones de basura sin dueño, ni un percance, ni una zona desatendida…, todo quedaba listo para atender lo mejor posible al visitante.
Y es que está demostrado que quien va una vez al festival, regresa y con refuerzos. En esta edición el número de asistentes ascendió a 240.000, 40.000 más de lo previsto. Las cifras no engañan, y este año acudió un 37% más de público que en 2012, cuando 175.000 personas pasaron por allí a lo largo de la semana. No es raro que un festival con 20 años de historia siga creciendo, su planificación y propuesta cada vez satisface a los más exigentes. La oferta cultural que se ofrece a lo largo del día es apabullante, al igual que las actuaciones musicales que nos traen desde todos los rincones del mundo, junto con las infinitas jaimas improvisadas que parecían surgir continuamente de la nada. El Foro Social, la Reggae University, Vivir la Energía, Magicomundo, African Village… Había actividades programadas desde las diez de la mañana hasta el inicio de los conciertos. Desde proyecciones de documentales a talleres creativos, pasando por los encuentros y charlas con intelectuales contemporáneos. Sami Naïr, Rigoberta Menchú o Christian Felber fueron las figuras más destacadas que pasaron por el Foro Social a lo largo de esta edición.
El activismo y el compromiso del Rototom van más allá, todos los años la organización facilita una serie de stands a organizaciones sin ánimo de lucro para ayudarlas a darse a conocer.
Este año en el área No Profit nos topamos con las iniciativas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, ATTAC, Greenpeace, Casa África Valencia, Amnistía Internacional… Otro punto que considero sumamente atractivo y que diferencia al festival es su variedad culinaria.
Puedes dar la vuelta al mundo gastronómicamente hablando en un recinto cerrado; comida caribeña, africana, tailandesa, india,… Los precios no son regalados, pero tampoco demasiado caros, puedes permitirte algún que otro capricho.
Los conciertos también son un punto aparte, entre tanta oferta a veces sientes que va a explotarte la cabeza mezclando y cuadrando los horarios, pero, vayas donde vayas, vale la pena.
En cuanto al Main Stage, destacar la actuación de la germano-nigeriana Nneka el día 23. Fue breve pero intensa, aunque se echó de menos un poco más de ritmo en algunos tramos.
El colofón final, a través de la actuación de Damien Marley, fue apoteósico, era el primer concierto que daba en España y el único de su gira europea. Más de 30.000 personas hicieron historia sumergidos en una marea de banderas jamaicanas ondeando al son del que promete ser la próxima leyenda del reggae.
C. Brühl